Aquello creo que me marcó ya para el resto, tus padres (algunos) decidian si estudiabas o no, si trabajabas y en que, y yo una más de aquella época no pude elegir mi profesión. Los estudios fueron lo primero en descartar, de haber estudiado estoy segura de que mis oportunidades en el mundo laboral hubieran si otras, pero yo quería ganar dinero, estaba segura de que era la única forma de salir de casa, trabajando. Pero me equivoqué de nuevo, trabajabas y el sueldo se entregaba en casa integramente, así que tenia que estar pidiendo de igual forma si necesitaba algo......¿que era lo segundo que podía hacer?.....pues casarme, claro.
Y así lo hice, a los 20 años ya era una señora casada, mi sueldo ya no lo gestionaban mis madres, ahora era mi esposo el que lo hacia. De repente olvidé todo aquello que me inquietaba solo hacia dos años, ya no me preocupaban mis amigos, los viajes o salir de noche, había adquirido compromisos de otro tipo, hipoteca, supermercado, los amigos de mi marido, la casa, etc..etc. Pasé muchos años dedicada a todo ello, además el instinto maternal me llegó de inmediato. A los 22 tuve gemelos, una bendición y un quebradero de cabeza que aún después de 25 años me acompaña.
En aquel momento no me planteaba si era lo que quería hacer o no, sencillamente te adaptas a una nueva vida y te dejas llevar por la corriente, todo me parecía normal (y lo era), solo te planteas si hiciste lo correcto o no, pasado el tiempo, claro si en el momento de tomar decisiones supieras si tomas la adecuada o no, la vida seria una maravilla, imaginaros si naciéramos con un libro de instrucciones debajo del brazo, en lugar de un pedazo de pan como se suele decir. Los errores sabemos que lo son, solo cuando sabes el resultado, nunca en el momento de tomar decisiones.
Eso si, nunca más escuche la frase "a las 9 en casa"